lunes, 7 de abril de 2014

Tío Carlos

La angustia ya estaba merodeando, sigilosa como siempre, nunca es buen momento para recibir su llegada pero la costumbre del cierto tiempo comenzaba a aceptarla. Fue así como las palabras escuchadas borrosamente alertaron mis respiros... en efecto, se había ido. La tristeza terminó de pisotear por completo la poca felicidad que tenía mi cuerpo, ya lo sabíamos pero no queríamos aceptarlo, no queríamos esperarlo. Algunas almas en compañía de la más afectada sirvieron de soporte para un poco de alivio de ésta misma. Esta tan callado el negro cielo, están tan serias las habitaciones de la casa, la mirada vaga e inconsolable se encuentra en muchos de nosotros, sentir nostalgia y descanso por aquél que ya se encontraba más cerca de lo que es desconocido para los existentes. Tan inesperada es la muerte para tocar la puerta de nuestro mundo y así como así la noche se impregna de pena y lamento, pues una vida amada ha cerrado sus ojos para no despertar nunca más... "ít-chel"